martes, 6 de abril de 2010

"...eL VaLLe de LoS CaLChaQuíEs"







¡Hola a tod@s de nuevo! Aquí seguimos, contándoos nuestras experiencias viajeras... De Salta dimos el salto a los hermosos pueblitos del Valle de los Calchaquíes.
La ruta hasta allí no fue del todo sencilla pues la noche anterior llovió en Salta lo que tenía que haber caido en un mes, así que por tramos la carretera era, literalmente, un río.
La vista que se nos ofrecía era, según avanzábamos, cambiante pero sin duda espectacular. Pasamos de una vegetación no muy abundante a otra bien frondosa, de ahí a los altos cerros más pelados, hasta llegar al Parque Natural de los Cardones, kilómetros y kilómetros de terreno invadido por unos majestuosos cáctus de gran tamaño y presencia.

Y así, omnubilados por el paisaje, llegamos a Cachi, nuestra primera parada en el Valle de los Calchaquíes, pueblito encantador, lleno de casitas blancas, una bella plazita con mesitas al sol en las que podías seguir degustando las ricas y típicas empanadas argentinas (que probamos por primera vez en Salta), lindas puertas, algunas esquineras,... y rodeado de montañas, entre ellas El Nevado de Cachi. La verdad, un sitio perfecto para el relajo y el disfrute de todos los sentidos...
Uno de los días dimos un paseito en bici hasta Cachi Adentro, otro pueblo más chiquito y perdido... y no veas luego el dolor de culo y patas después de tanto tiempo sin andar en dos ruedas.

La siguiente parada fue Molinos, su nombre se debe a los molinos de piedra que había en otro tiempo. Este lugar es aún más tranquilo que Cachi y menos preparado para el turismo pero pudimos disfrutar de su pequeño pero bien cuidado Centro de Interpretación y de sus callecitas con más puertas esquineras, algo que nos siguió llamando la atención; su objetivo según nos contaron era el de, al abrir las dos puertas, tener más perspectiva de la calle, una buena idea para los mirones, ja, ja,...
Uno de los días subimos al Cerro Overo, como las cabras por mitad del monte, hasta que descubrimos el sendero, je, je,... y desde allí pudimos contemplar una gran vista del pueblo, los alrededores y el inmenso valle.

En Molinos tuvimos la oportunidad de conocer a Wanda, una chica del sur de Argentina que vive en Buenos Aires desde chiquita. Con ella emprendimos nuestra pequeña aventura frustada de hacer dedo, puesto que entre estos pueblos la comunicación es casi nula o muy cara, pero después de varias horas de espera conseguimos un remis (taxi) bastante más barato, hasta Angastaco, desde donde tomamos un bus hacia Cafayate, tierra de buenos vinos... pero eso ya será otra historia...


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