Desde Chiloé nos desplazamos un poco hacia el norte y al interior, casi haciendo frontera con el país vecino, hasta una población llamada Pucón situada en en el extremo oriental del lago Villarrica y al sur del volcán del mismo nombre. Además, en los alrededores puedes disfrutar de diversas aguas termales y del Parque Nacional Villarrica.
Una de nuestras máximas aventuras naturales nunca vividas comenzó el segundo día de estancia allá, bien tempranito y súper equipados con ropa, calzado, casco y materiales de montaña como el piolet y los crampones para la nieve. Uyyy...yuyuyyy!! qué nos depararía la jornada...
El volcán Villarrica tiene una perfecta forma cónica, alcanza los 2.847 m. de altura, es uno de los más activos del mundo y su historia incluye, al menos, cuatro trágicas erupciones. Durante el día el cráter del volcán se la pasa echando humo y, durante la noche, si el cielo está despejado, se aprecia un inquietante fulgor rojo.
El volcán Villarrica tiene una perfecta forma cónica, alcanza los 2.847 m. de altura, es uno de los más activos del mundo y su historia incluye, al menos, cuatro trágicas erupciones. Durante el día el cráter del volcán se la pasa echando humo y, durante la noche, si el cielo está despejado, se aprecia un inquietante fulgor rojo.
Durante nuestro viaje de trayecto al pueblo nos encontramos con una mujer que nos comentó que en esos días el volcán estaba teniendo cierta actividad mayor de lo "normal" pero que aún se estaba permitiendo la ascensión. Cáspitas!! (je, je,...) pensamos... "ya verás si tenemos que salir corriendo evacuados del pueblo" pero nada más lejos de la verdad. Sí era cierto que estaba más activo pero nada que pudiera causar alarma, ya se sabe cómo los medios de comunicación exageran todo.
Así que... después de habernos informado bien y de contar con unos guías bien profesionales comenzamos nuestra subida. Nos trasladaban en auto hasta la base, a unos 1.500 m. de la cima y desde ahí comenzaba el arduo trabajo de caminar lentamente y en zig- zag, contra un viento fortísimo llamado puelche, que sopla desde la cordillera de los Andes hacia el poniente.
Desde ahí, los guías nos plantearon la posibilidad, debida al viento, de que no fuera posible acceder a la cima porque podría ser muy complicada la ascensión desde cierto punto si no amainaba el puelche y nos dieron lo opción de desistir y devolvernos la plata pero ninguno de los cinco del grupo nos rendimos tan pronto, mejor era algo que nada. Así que poquito a poco comenzamos a subir la inmensa montaña, el tremendo volcán...
El viento era agotador, de vez en cuando te hacía tambalearte pero el paso lento daba cierta seguridad. A cada tanto hacíamos un pequeño descanso para retomar fuerzas bebiendo agüita y comiendo un poco de plátano, chocolate, galletita,... que aunque parezca mentira nos renovaban increíblemente la energía desgastada hasta el momento.
La vista, según íbamos alcanzando altura, se fue tornando espectacularmente impresionante, lagos, montañas, volcanes, nubes,... y el sol dándonos su calor. Nosotros con nuestros equipos parecíamos de una expedición de la serie documental "Al filo de lo Imposible" ¿qué no?
La caminata fue muy dura, posiblemente de las más duras que hayamos hecho en la vida pero seguramente con la mejor de las recompensas... A la mitad, aproximadamente, de la montaña tuvimos que hacer una parada para colocarnos los crampones sobre el calzado, para los que no conozcáis estos artilugios son una especie de pinchos que se hunden en la nieve y te ayudan a adherirte mejor a ella y no resbalar, pero en este caso no eran los más livianos posibles (las agencias abaratan gastos en ese sentido) con lo que dificulta aún más la ascensión por el peso de más que tienes que soportar. De todas formas, pronto te acostumbras a ellos, no queda otra. La parte más delicada llegaba en ese momento, al tener que pasar por el glaciar de montaña y trás él, tener que ascender la parte más inclinada.
Como siempre en estos casos, cuando ya crees que vas a llegar a la cumbre tienes que desengañarte pues aparece la falsa cima, je, je,... qué chistoso te parece en ese momento, cuando ya tu aliento escasea y tus piernas empiezan a no responder.
Pero... por fin y después de un gran esfuerzo físico... apareció la cima del volcán, con su cráter humeante y como campeon@s coronamos la cumbre del Villarrica, yujuuuuuuuuu!!!
Las sensaciones que inundaron nuestros cuerpos fueron de satisfacción por la grandeza de lo que habíamos conseguido y de una gran felicidad, tan sólo contemplar el panorama que desde allí se vislumbraba era alucinante, nunca en nuestra vida habíamos estado tan cerca del cráter de un volcán activo.
Así que ya sólo nos quedaba acercarnos a su boca y desear con todas nuestras fuerzas tener la oportunidad de poder disfrutar de alguna explosión de lava; no todas las personas que suben al Villarrica han tenido la oportunidad de ver la lava roja, incandescente, ardiente, vibrante, estruendosa,... pero nosotros SÍ, fuímos tan afortunad@s!!! Qué belleza más explosiva, más viva, más... me quedo sin palabras para describirla... algo tan hermoso y, por otro lado, tan destructivo, las dos caras de la madre naturaleza. Qué sensación más emocionante y auténtica. La lava tomaba cierta altura, difícil de valorar, y salía disparada hacia una de las paredes del cráter, deslizándose lentamente y ya casi cuando teníamos que marcharnos... plofff!!! la explosión más potente hasta el momento, que por fortuna se repitió varias veces. Fue la guinda, la mejor despedida.
También tuvimos la ocasión antes de descender de observar, desde allá arriba y a lo lejos, el volcán Lanín, mitad chileno, mitad argentino, lo que son las fronteras ¿verdad? parten por el medio hasta un fenómeno geológico.
Ya sólo restaba el descenso, más rápido lógicamente, pero ya harto cansados de tanta emoción y caminata. Al final, ya con los pies muy doloridos, Raúl se reía de mí al verme caminar diciéndome que parecía borracha y es que a ambos ya las piernas nos flaqueaban... mereció la alegría, no la pena... caminar 9 horas por la montaña.
Como podéis imaginar los posteriores días parecíamos el chikilicuatre bailando el robocop y compañía y así las agüjetas nos acompañaron unos días, éramos muy chistosos caminando.
Así que para relajarnos uno de los siguientes días marchamos a relajarnos a Los Pozones, una de las termas de la zona, ¡a disfrutar se ha dicho! nos lo merecíamos...
Ah! no queríamos olvidar mandar un saludo a Nydia y Egidio, los dueños del hostel en el que nos alojamos, que nos trataron tan rebien y nos invitaron a comer en familia, gracias por todo.
TOma yaaaa esos montañeros!!!!! Joooo!!! Ver un volcán en directo es una de las cosicas que he querido hacer siempreeee!!! BUeno, lloraré un poco de envidia ;D Un besazo guapos!!!! y muchas fuerzas desde el desierto Murciano!!!!
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