...Abandonamos la ciudad de Bariloche y con ella Argentina, al menos, por el momento.
Marchamos hacia Chile, más concretamente hacia la Isla Grande de Chiloé (la segunda isla en tamaño de Sudamérica después de Tierra del Fuego) que según muchos de sus moradores no es Chile o, mejor dicho, no se sienten identificados pues tienen una idiosincrasia bien diferente, de hecho quisieron hacer un puente que uniese la isla con el continente para mejorar las comunicaciones y la asistencia sanitaria, por ejemplo, y los isleños se negaron, quieren conservarse tal cual y no impregnarse de lo foráneo; esto se debe a que este grupo de islas evolucionó de forma independiente al resto del país, librándose de la influencia conformista de Santiago y de la invasión colonial, permaneciendo aisladas hasta mediados del S.XIX y creando una cultura y sabor propio.
Chiloé es un brumoso y verde archipiélago, cuando no está cubierto de neblina o lloviendo, es porque está lloviznando, por lo que no disfrutas del todo de lo colorido del lugar. En ese sentido nos recordó un poco al ambiente gallego, tan húmedo.
El motor de la isla era y sigue siendo la pesca aunque en la actualidad se concentra en la cría del salmóm y el marisco, que os aseguramos que es muy rico...
Chiloé tiene una arquitectura particular con construcciones típicas de madera y diferentes colores como la de los palafitos, casas construídas sobre estacas al borde del agua. También es conocida por sus más de 150 icónicas iglesias de madera, algunas de ellas Patrimonio Mundial de la Unesco.
Por otro lado, aunque eso no pudimos sentirlo, el archipiélago tiene una rica cultura espiritual basada en una mitología mezcla de brujería, leyendas, mitos,... como el del pajarito de no se qué nombre que representa al demonio y llega a tu lado y te canta y le tienes que invitar a comer porque si no lo haces... quién sabe qué... y, de hecho nos contó una amiga que a ella le cantó y lo invitó a comer a una hora y a esa misma hora llegó un hombre en caballo y se llevó el plato de comida que tenían preparada, ¿os lo creéis? y así muchas historias más, como la de las niñas que se embarazan y le echan la culpa a otro personaje mitológico diciendo que él las preñó, ¡vamos en plan espíritu santo!
Dentro de la gran isla nosotros nos ubicamos en la población de Castro, la capital de la provincia, pena que nuestro alojamiento dejaba un poco que desear y el frío nos tenía un poco paralizados.
Uno de los días fuímos de visita a la isla de Quinchao, tomamos un bus y cruzamos el mar en ferry y de ahí al pueblito de Achao. Algunas de las casas de madera, junto con la iglesia del pueblo perdieron el color original, adquiriendo un tono un tanto tétrico que sumado al gris nublado del cielo ofrecían un panorama un tanto desolador, como de película de terror.
Para terminar sólo deciros que la fotografías de las iglesias que aparecen en nuestro blog os las mostramos porque son representativas de la zona donde nos encontramos, no porque para nosotros signifiquen algo más allá de la belleza de su arquitectura.
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