Después de nuestra gran aventura vulcanera abandonamos Pucón para tomar rumbo hacia Concepción a reencontrarnos con nuestros amigos Caro, Turri y Tami. Les debíamos la visita y la cumplimos; después del aterrizaje movido que tuvieron en Conce, debido al terremoto, teníamos aún más razones para verlos y ellos nos debían un rico asado chileno, así que... allí nos presentamos.
El encuentro fue lindo pues nos fueron a buscar a la terminal de bus, eso siempre emociona y después de todo lo pasado verlos tan bien nos alivió; de allí nos llevaron a su reciente nuevo hogar, muy acogedor.
El fin de semana nos llevaron de excursión a Recinto, un pueblito en la cordillera en el que Caro tiene una casita y allí pasamos los cinco tres días echando leña al fuego, escuchando música, charlando, paseando y, por supuesto, comiendo, entre otras cosas el asado prometido que estaba de chuparse los dedos con sus deliciosas y famosas longanizas de Chillán, un pueblo vecino.
Durante la siguiente semana nos dedicamos a pasear por la ciudad, en ciertas zonas bastante destruída, observando cómo el fuerte temblor y todas sus contínuas réplicas habían hecho estragos en diversos edificios y locales, fue impactante ver cómo habían quedado ciertas construcciones, sobre todo una que, prácticamente nueva, se derrumbó totalmente hacia una de sus caras, quedando atrapada mucha gente y muriendo unas 7 personas. Esa misma noche vimos por TV el documental de Discovery sobre el terremoto y se nos ponía el vello de punta cuando vimos el rostro de un señor, papá de un chico que vivía en el bloque y que no fue encontrado hasta muchos días después sin vida.
Nos impresionó ver en directo muchas imágenes que teníamos guardadas en nuestras memorias de los días en que ocurrió todo y en los que no nos separamos mucho de la pantalla de TV para seguir las noticias y ver qué ocurría en esa zona.
El sonido ambiental de la ciudad era el de todo tipo de maquinaria obrera reconstruyendo la ciudad y levantando el piso de muchas calles para revisar las instalaciones de gas por los posibles escapes. Algunas personas, entre ellos Caro y Turri, tres meses después del terremoto aún no disponían de agua caliente en sus casas.
Estando en Conce tuvimos la oportunidad de conocer un poquito a algunos miembros de la familia de Carolina, a los que les mandamos saludos desde aquí. Su mamá nos invitó a tomar once, parecido a nuestra merienda, y fue muy amable con los dos y otro de los días compramos todos los preparativos y les invitamos a cenar una deliciosa paella que les gustó mucho.
Una tarde visitamos Talcahuano, una comuna de Concepción, que fue de las más devastadas, primero por el terremoto y, a continuación por el stunami, a lo que hay que añadirle los saqueos posteriores. Por lo que nos contaban había barcos en las calles y casas en el mar, imagináos. Lo que pudimos observar fue triste, en la calle principal parecía que hubiesen caído bombas indiscriminadamente en ciertos puntos dejando imágenes desoladoras y en los alrededores del puerto vimos un barco varado en la tierra y otro tumbado junto al espigón.
La familia de Turri vive en Talcahuano y por eso aprovechamos su invitación para, de nuevo, tomar once con ellos.
En definitiva fue un placer muy grande poder ver a nuestros amig@s de nuevo, conocer su entorno y a su gente querida. Desde aquí sólo les podemos dar las gracias por su acogida, esperamos poder devolvérsela algún día en España o donde sea que nos encontremos.
Durante la siguiente semana nos dedicamos a pasear por la ciudad, en ciertas zonas bastante destruída, observando cómo el fuerte temblor y todas sus contínuas réplicas habían hecho estragos en diversos edificios y locales, fue impactante ver cómo habían quedado ciertas construcciones, sobre todo una que, prácticamente nueva, se derrumbó totalmente hacia una de sus caras, quedando atrapada mucha gente y muriendo unas 7 personas. Esa misma noche vimos por TV el documental de Discovery sobre el terremoto y se nos ponía el vello de punta cuando vimos el rostro de un señor, papá de un chico que vivía en el bloque y que no fue encontrado hasta muchos días después sin vida.
Nos impresionó ver en directo muchas imágenes que teníamos guardadas en nuestras memorias de los días en que ocurrió todo y en los que no nos separamos mucho de la pantalla de TV para seguir las noticias y ver qué ocurría en esa zona.
El sonido ambiental de la ciudad era el de todo tipo de maquinaria obrera reconstruyendo la ciudad y levantando el piso de muchas calles para revisar las instalaciones de gas por los posibles escapes. Algunas personas, entre ellos Caro y Turri, tres meses después del terremoto aún no disponían de agua caliente en sus casas.
Estando en Conce tuvimos la oportunidad de conocer un poquito a algunos miembros de la familia de Carolina, a los que les mandamos saludos desde aquí. Su mamá nos invitó a tomar once, parecido a nuestra merienda, y fue muy amable con los dos y otro de los días compramos todos los preparativos y les invitamos a cenar una deliciosa paella que les gustó mucho.
Una tarde visitamos Talcahuano, una comuna de Concepción, que fue de las más devastadas, primero por el terremoto y, a continuación por el stunami, a lo que hay que añadirle los saqueos posteriores. Por lo que nos contaban había barcos en las calles y casas en el mar, imagináos. Lo que pudimos observar fue triste, en la calle principal parecía que hubiesen caído bombas indiscriminadamente en ciertos puntos dejando imágenes desoladoras y en los alrededores del puerto vimos un barco varado en la tierra y otro tumbado junto al espigón.
La familia de Turri vive en Talcahuano y por eso aprovechamos su invitación para, de nuevo, tomar once con ellos.
En definitiva fue un placer muy grande poder ver a nuestros amig@s de nuevo, conocer su entorno y a su gente querida. Desde aquí sólo les podemos dar las gracias por su acogida, esperamos poder devolvérsela algún día en España o donde sea que nos encontremos.