martes, 16 de marzo de 2010

"UyuNi...¡QuÉ sALÁ(R)!"






...de nuevo carretera y mochila al hombro...

Llegamos a Uyuni, una ciudad sin gracia, si no fuera por que aún seguimos pudiendo disfrutar un poquito más de los últimos retazos del Carnaval boliviano, ¡qué parece que no acaba nunca!

La idea era llegar al punto de salida de los tours hacia el grandioso Salar de Uyuni, el desierto de sal más grande del mundo, con algo más de 12.000 Km cuadrados, ¡inmenso! y unos 8 metros de grosor de suelo salado.

Desde la población pudimos contratar un viaje de 3 días que compartimos muy gustosamente con nuestros nuevos amig@s argentinos Ale y Cris y con los franceses Claire y Antoine, a los que aprovechamos para saludar.
En estos días no sólo pudimos deslumbrarnos con tan pura blancura... vimos un cementerio de trenes, desierto, incluído el de Dalí,
piedras que simulaban árboles, lagunas de varios colores (roja, verde,...), flamencos, geisers... y el último día, incluso, la Marutxi pudo disfrutar de un maravilloso amanecer sumergida en la cálida agüita de una terma, mientras afuera la temperatura dejaba heladito a aquéllos que no se atrevieron...

En Uyuni te quedas, literalmente, sin palabras... Paisaje puro, eterno, iluminado,... ¡ÚNICO! Su blancura es tal que parece nieve, siendo totalmente necesario el uso de gafas de sol pues es muy fácil quemarte.

Cabe destacar el oasis de la llamada "Isla del pescado", donde pudimos disfrutar de majestuosas vistas por la existencia de cáctus gigantes que podían alcanzar una altura de 10 metros; el contraste entre el salar y la isla era de vistosas formas e impresionantes colores. Su nombre se debe a que con el reflejo que se produce debido a la capa de agua de lluvia, existente en esta época, la porción de tierra adquiere una forma de pescado vista desde la distancia.
El efecto espejo fue algo que nos impresionó sobremanera, ya que tanto las montañas que se erguían a lo lejos como las esponjosas nubes se veían duplicadas en el fondo del salar, creando imágenes que nunca olvidarán nuestras retinas.

Después del primer día de excursión tan salado que tuvimos finalizamos el día en un hostal construído enteramente con sal, nada recomendable para hipertensos, ja, ja,..

Queremos darle las gracias y mandarle saludos a nuestra amiga y colaboradora la joven, je, je,... Esther, madrileña y residente en Iquique (Chile) ya que sin su ayuda hubiese sido imposible que pudiérais disfrutar tanto de las fotos que veréis sobre el Salar como las que pudísteis ver sobre Potosí. Más tarde sabréis el por qué, no os impacientéis. Al igual mandamos un fuerte beso a Chris, su compañero por darnos tan buena acogida en su hogar. Gracias por todo a los dos, fue un placer compartir.


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