miércoles, 24 de marzo de 2010

InCuRsiÓN ChiLeNa: "eL deSieRtO MáS ÁRidO deL MuNdO"
















... y dejamos Bolivia... y entramos en Chile... por el norte, directos a San Pedro de Atacama, pequeña población pintoresca, muy explotada ya por el turismo, pero que aún guarda el encanto de sus casitas de adobe y sus calles de tierra, además de la cariñosa acogida de sus moradores; rodeada del desierto de Atacama, el más árido del mundo (a nosotros nos llovió, cosa rara, rara) y de unos paisajes solanos, desoladores, abruptos,... fascinantes... con formas que tan sólo la madre naturaleza puede modelar y como guinda del postre, una visión panorámica del imponente Licancábur, un volcán con su cima de 5916 m. nevadita.

De nuevo otro país, otros rostros, otros paisajes, costumbres, moneda,... y, según la opinión del Ruli, otras cervezas por degustar, je, je,...

Lo cierto es que Atacama es carísimo, quizá de los lugares más caros de Chile, y nuestra primera impresión, después de la baratísima Bolivia, fue un tanto depresiva en ese sentido. Después te vas reponiendo del susto de las grandísimas cantidades que te piden por todo, y no sólo por lo caro sino porque el cambio de 1 euro equivale a 714 pesos chilenos, así que las cifras eran desorvitadas, ¡imagináos!

Desde allí se puede acceder a diversas excursiones por la zona, lo que ocurre es que toda el monopolio lo tienen las agencias que ofrecen tours, y ya estamos en las mismas... no nos gusta ese tipo de turismo tan organizado pero a no ser que tengas más tiempo o buenos consejeros por allá, es difícil salirse de lo establecido. Así que, aunque nos quedamos con las ganas de disfrutar de mucho más, hicimos sólo un par de incursiones.

La primera consistió en visitar El Valle de la Muerte, nos contaba nuestro guía que su nombre proviene no sólo del obvio hecho de que ahí no hay ser viviente que pueda subsistir sino también, de que ahí fue donde ocurrió una gran matanza de indígenas por parte de los conquistadores españoles, para no variar...

De ahí fuímos hasta otro lugar para admirar una interminable vista del desierto y descender por una gran duna, la sensación caminando descalza era de agradable calidez; y la caminata continuaba por la Quebrada de Cari ¡oh mi cari...!, el antiquísimo curso de un río erosionado por el viento. Si te detenías en silencio podías escuchar los lamentos de las rocas, que crujían sin cesar.

Finalizamos el recorrido en el atardecer que teñía de diversos colores las montañas y dunas de El Valle de la Luna, espectacular.

De pronto una mañana, como ya sabéis, despertamos con la sobrecogedora noticia de que había habido un terremoto en Santiago y la zona de Concepción, de donde son nuestros amigos Caro y Turri, que recién habían regresado de su viaje y que justo se estaban mudando al centro para comenzar su convivencia hogareña. El susto no fue pequeño pues por más que queríamos comunicarnos con ellos, no había manera de conectar y la información de los noticiarios era cada vez más grave.

Ese día nos quedamos en blanco, con miedo pensando qué les habría ocurrido y no fuímos capaces de hacer nada, incluso en la noche no pudimos tener un sueño reparador.

Al día siguiente Raúl seguía sin querer hacer nada pero para mí el estar así era más doloroso pues pensar mucho sin poder hacer nada era peor, así que me decidí y me animé para distraerme a hacer un tour a La Laguna de Céjar, que es como el Mar Muerto y en la que por más que quieras no dejas de flotar por la densidad del agua que tiene una fuerte concentración de sal. De hecho al salir te quedas blanquita y con la piel hipertirante y dentro no puedes sumergir los ojos pues escuecen harto. La sensación de flotabilidad es estupenda, no hay quien se ahogue en esa laguna, es imposible.

Luego me llevaron a los Ojos del Salar, dos lagunitas de agua dulce en las que disfruté de nuevo en el agua, como a mí me gusta. Y, finalmente, acabamos viendo atardecer con un pisco sour en una lagunita con un pequeño y resplandeciente salar, después de Uyuni una miniatura, ja, ja,...

En definitiva... días agridulces...


martes, 23 de marzo de 2010

"AltibAjOS eN BoLiViA"






Nos despedimos de Bolivia con un breve resumen de nuestro paso por este pais. La verdad esperábamos más pero circustancias del viaje provocaron que saliese de esta manera. Sabemos que es un inmenso país con gente muy linda y grandes paisajes. El recorrido se nos vió limitado por las grandes lluvias que caían en el país provocando inundaciones en la zona oriental.
Quizá no fueron sólo los acontecimientos, sino también nuestra energía, pero no llegamos a fluir del todo a lo largo de nuestro aventura boliviana.

Pasamos un mes entero casi de carnaval y fiestas donde pudimos disfrutar de sus bailes y cantos.

Si nos tenemos que quedar con algo, sin duda sería el Lago Titicaca y el Salar de Uyuni. Sin olvidarnos de nuestro paso por La Paz donde compartimos casa con Marielle y disfrutamos de la compañía y consejos viajeros de sus amig@s.

En fin... otro mundo Bolivia!!

La selección de fotos no puede ser completa por problemas técnicos, ja, ja,...


martes, 16 de marzo de 2010

"UyuNi...¡QuÉ sALÁ(R)!"






...de nuevo carretera y mochila al hombro...

Llegamos a Uyuni, una ciudad sin gracia, si no fuera por que aún seguimos pudiendo disfrutar un poquito más de los últimos retazos del Carnaval boliviano, ¡qué parece que no acaba nunca!

La idea era llegar al punto de salida de los tours hacia el grandioso Salar de Uyuni, el desierto de sal más grande del mundo, con algo más de 12.000 Km cuadrados, ¡inmenso! y unos 8 metros de grosor de suelo salado.

Desde la población pudimos contratar un viaje de 3 días que compartimos muy gustosamente con nuestros nuevos amig@s argentinos Ale y Cris y con los franceses Claire y Antoine, a los que aprovechamos para saludar.
En estos días no sólo pudimos deslumbrarnos con tan pura blancura... vimos un cementerio de trenes, desierto, incluído el de Dalí,
piedras que simulaban árboles, lagunas de varios colores (roja, verde,...), flamencos, geisers... y el último día, incluso, la Marutxi pudo disfrutar de un maravilloso amanecer sumergida en la cálida agüita de una terma, mientras afuera la temperatura dejaba heladito a aquéllos que no se atrevieron...

En Uyuni te quedas, literalmente, sin palabras... Paisaje puro, eterno, iluminado,... ¡ÚNICO! Su blancura es tal que parece nieve, siendo totalmente necesario el uso de gafas de sol pues es muy fácil quemarte.

Cabe destacar el oasis de la llamada "Isla del pescado", donde pudimos disfrutar de majestuosas vistas por la existencia de cáctus gigantes que podían alcanzar una altura de 10 metros; el contraste entre el salar y la isla era de vistosas formas e impresionantes colores. Su nombre se debe a que con el reflejo que se produce debido a la capa de agua de lluvia, existente en esta época, la porción de tierra adquiere una forma de pescado vista desde la distancia.
El efecto espejo fue algo que nos impresionó sobremanera, ya que tanto las montañas que se erguían a lo lejos como las esponjosas nubes se veían duplicadas en el fondo del salar, creando imágenes que nunca olvidarán nuestras retinas.

Después del primer día de excursión tan salado que tuvimos finalizamos el día en un hostal construído enteramente con sal, nada recomendable para hipertensos, ja, ja,..

Queremos darle las gracias y mandarle saludos a nuestra amiga y colaboradora la joven, je, je,... Esther, madrileña y residente en Iquique (Chile) ya que sin su ayuda hubiese sido imposible que pudiérais disfrutar tanto de las fotos que veréis sobre el Salar como las que pudísteis ver sobre Potosí. Más tarde sabréis el por qué, no os impacientéis. Al igual mandamos un fuerte beso a Chris, su compañero por darnos tan buena acogida en su hogar. Gracias por todo a los dos, fue un placer compartir.


martes, 2 de marzo de 2010

"PotOSí y La MiNa deL diAbLo"







Después de los días bien pasaditos por agua de Sucre, de reponernos por nuestra pérdida musical y de superar algún que otro inconveniente... marchamos alegres y contentos hacia Potosí, ciudad colonial del sur de Bolivia históricamente saqueada debido a su hiperconocido Cerro Rico o Sumaq Orcko, en quéchua, que contenía la mina de plata más grande del mundo.

Cuenta la leyenda que una noche de 1545, un pastor quéchua encendió una fogata para abrigarse del frío. Cuando se despertó por la mañana se encontró con que entre las brasas humeantes de la fogata brillaban hilillos de plata, fundidos y derretidos por el calor del fuego. Así comienza la trágica historia del Cerro Rico y de la ciudad de Potosí.

Según otra versión, los Incas ya conocían la existencia de plata en el cerro pero cuando el emperador intentó comenzar la explotación hubo una tremenda explosión y una voz que dijo que estaba reservada "para los que vinieran después". Los historiadores ven en esta variante una deliberada influencia de los españoles en la leyenda para legitimar sus labores en el cerro.

El sistema esclavista fue devastador, se estima que hasta el momento 8 millones de personas, que se dice pronto, han muerto trabajando en este cerro; la mita era un sistema por el cual los mineros trabajaban, vivían, dormían, comían y hacían todas sus necesidades durante 6 meses en la mina sin salir de allí para nada. Imposible de imaginar!!! Cuando, por fin, salían tenían que hacerlo con los ojos vendados para poco a poco ir acostumbrándose a la claridad del sol. Aún, hoy día, siguen trabajando niños en su interior. Si os interesa el tema buscad la película documental "El Minero del Diablo", para ponerte los pelos de punta!!

La inmensa riqueza del Cerro Rico y la intensa explotación a la que sometieron los españoles hicieron que la ciudad creciera de manera asombrosa. En 1625 superaba ya en población a Sevilla, Londres o París. Su riqueza fue tan grande que en su monumental obra "Don Quijote de la Mancha" Miguel de Cervantes acuñó el dicho español vale un potosi, que significa que algo vale una fortuna.

En los días que pasamos en la ciudad visitamos el Museo de la Casa de la Moneda, antigua fábrica de monedas que surgió durante la colonización y en la que puedes ver, además de monedas, claro, arte colonial y otras cositas, la espeluznante huella que dejó un esclavo en el suelo de madera debido al sudor corporal y a que trabajaba descalzo y mucho tiempo parado sin moverse del sitio. También pudimos observar la maquinaria que utilizaban para adelgazar los lingotes de plata y que era movilizada por asnos que duraban con vida unos 3 meses no más, corta y cruel vida la suya.

A pesar de que se nos quitaron bastante las ganas de subir a la mina, sobre todo después de ver el documental, decidimos intentarlo de la manera más "solidaria" posible pues lo más feo de todo esto es que es purito negocio y son las muchas agencias existentes en la ciudad las que se embolsan la plata por hacer los tours al Cerro Rico, plata, por supuesto, que no repercute para nada en la calidad de vida de los mineros. Así que buscamos altenativas y encontramos, a través de una artesana, a un chico que trabajó de niño en la mina y que ahorita sigue trabajando con minerales pero en una empresa más "light", en la que hace selección de los mismos sin tener que sumergirse en ese queso gruyer tan destructivo.

Él nos acompañó hasta arriba y allí nos presentó a otro chico joven que todavía curraba dentro y que fue nuestro guía.

Una vez dentro se te ponía la piel de gallina, los túneles son húmedos y, en ocasiones, estrechos y de poca altura, es difícil imaginarse la vida y el trabajo allá adentro, más aún cuando piensas en los niños que pierden su niñez y, a veces, hasta su vida bajo esas condiciones tan infrahumanas.

A metros de cada boca de todas las minas puedes encontrar al Tío que es la figura del diablo, el Dios dentro de la mina, el que les protege y al que hacen, una vez por semana, sus ofrendas, consistentes en cigarrillos, hojitas de coca, alcohol de 98º,... Los mineros beben un trago y el resto lo ofrecen, según ellos ha de ser puro y sin mezclarlo con refrescos pues si no es así, la veta de plata que encuentran será impura, ¡¡qué trago!!

A la salida, después de deslumbrarnos un poco con la luz solar, y eso que sólo estuvimos un rato, pudimos conocer a una de las protagonistas de la película documental que os comentábamos, la mamá de los niños mineros que aún se encarga, viviendo a las puertas del cerro de cuidar las herramientas y de que nadie entre a robar a la mina.

En fin... Potosí es una ciudad en la que si tienes cierta sensibilidad se sienten muy intensas las tragedias vividas pero a la vez tiene vida y sigue luchando por sobrevivir a la Historia.

Tan sólo deseamos... que no se pierdan más vidas en ese Cerro Maldito.